Los esfuerzos por insertar a la tercera edad a la sociedad de la información pueden no servir, si la industria no se compromete a realizar también un esfuerzo por adaptar la tecnología a los adultos mayores, ofreciéndoles dispositivos e interfases simples de utilizar y acordes a sus condiciones físicas.  Suponga que ya el abuelito le perdió el miedo a Internet, a utilizar el computador, y accede a páginas web de su interés, pero que son demasiado complejas y con cero usabilidad para este segmento de la población que ha dado el paso para convertirse en ciberabuelos, el mejor ejemplo el uso del celular, donde la dificultad visual se agrega a una motriz al digitar. Aquí tampoco se trata de solidaridad de las empresas, es ofrecer tecnología a un mercado cada vez más creciente y por lo mismo muy apetecido.